Hacer retratos me gusta y me relaja, pero lo cierto es que, en el caso del lápiz, es un trabajo casi mecánico que deja poco espacio para la imaginación. Ensuciar, limpiar, ensuciar y vuelta a sacar brillos hasta que conseguimos una escala de grises natural. La mayoría de la gente lo que busca en un retrato es un parecido casi fotográfico. Pocas veces se encargan retratos a plumilla, por ejemplo, o de estilo de cómic, o de alguna foto menos convencional, que ya me gustaría hacerlo. A ver si alguien se anima. Aún así, por muy realista que resulten los retratos a lápiz, siempre intento que no se pierda la identidad de dibujo que es necesaria. Un difuminado por alli, un trazo más resaltado por allá.
Hay una cosa que hay que tener clara a la hora de entregar un retrato a quien lo ha encargado y es lo que siempre repito a la gente con la que trabajo:
Lo importante de un retrato es que, sin tener la foto de muestra al lado, lo mires e identifiques a las personas que aparecen. Si es así, es que está bien hecho.
Lápiz
Lápiz
Lápiz
Acuarela
Tinta sepia + tinta negra
Acrílico
Lápiz + tinta + acuarela + digital
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